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Espejo.

Estaba preparada, lista, tenía todo lo necesario para avanzar en aquel mundo de mentiras, falsedades y... sobretodas las cosas, estaba lista para fingir. Fingir que era especial en un mundo que estaba abarrotado de mediocridad, donde las mentiras se refugiaban trás cada esquina dispuestas a reforzarse y a creerse a si mismas... Y eso era lo más triste de todo.
Mis pensamientos estaban escritos en un pequeño cuaderno, que siempre llevaba conmigo, quizá porque era una paranoica, quizá porque era un pedacito de mí, pero siempre estaba ahí.La mentira estaba controlandome, hasta yo me había creído que era así, supuestamente, yo era feliz... Tenía que vivir con él, amarle o al menos... Aparentarlo, tenía que ser fuerte y permanecer con esa estúpida sonrisa en mis finos labios pintados de un carmín claro.
Aquella mañana me levante, tan mentirosa, silenciosa y falsa, como era normal durante todos los días que había tenido que mentir, pero, cuando me miré al espejo, vi que no era la misma.Todas aquellas cosas contra las que había luchado en mi vida, la mentira, la falsedad, todo aquello que yo odié, odiaba y odiaré, se habían vuelto contra mí.
Mi rostro estaba pálido como la cera, mi cabello revuelto y los rizos poco definidos y mis ojos...
El sólo reflejo de mis ojos logró asustarme, habían perdido ese brillo que los hacía tan especiales y eso significaba, que yo, había dejado de ser aquella chica que luchaba por lo que quería y había dejado que jugasen conmigo... Quizá eso cambiaría, y muy pronto...

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