Rss Feed

Agua de Luna

Rosalie se despertó aquella mañana, había tenido algún que otro sueño poco alentador sobre aquel viaje que su prometido se había propueso hacer. Se cepilló su dorado cabello, se vistió con aquel vestido rosa de seda, cuyas mangas acababan en ribetes dorados y se apresuró a salir a la calle, donde había quedado en encontrarse con su amado Emmett.
Cuando la doncella pisó las piedras de aquella concurrida calle, él ya estaba allí. Con su vestimenta, su cabello peinado y sus ojos azules mirándola, adorándola. Rosalie suspiró y se acercó hasta él, depositando un pequeño beso en sus labios.
-Es un préstamo-susurró junto al oído de su amado.-Lo quiero de vuelta, así sabré que volverás.
Él, rodeó su cintura con un brazo y con el otro, acarició su mejilla, mientras levantaba suavemente la barbilla de Rosalie.
-Te quiero-le dijo Emmett, con una sonrisa en sus labios.-Volveré, porque sé, que tú me estarás esperando.
El caballero montó en su caballo, se despidió de su amada y partió en busca de aquello que hace meses, la joven le había pedido. La luna.
Él sabía que era imposible entregársela, pero, si era por ella, estaba dispuesto a cualquier cosa, quería hacerla feliz, y si ese era un buen modo de realizar su propósito, estaba de acuerdo. Cabalgó durante días, partió un día de luna llena, y alcanzó un pequeño pueblo escondido trás unas montañas, un mes más tarde. Allí, encontró una pequeña cueva, que según las gentes del pueblo, daba al cráter del volcán. Emmett, pensando que allí encontraría la solución a sus problemas, compró un pequeño bote, lo llenó de agua, y enganchándolo con un cordón de hilo, se lo colgó al cuello.
Entró en la cueva y caminó lo que a él le parecieron horas, cuando por fin, llegó a una zona circular, en el centro se encontraba una pequeña laguna, y en medio de la laguna se podía ver el reflejo del cielo. Emmett se quedó maravillado ante aquello, y se sentó en la orilla, dando un trago a su improvisada botella de agua.
Las horas fueron pasando, y la Luna Llena, apareció, tapando el cráter del volcán con todo su esplendor y reflejándose en las aguas de la laguna. A Emmett le pareció que estaba viendo a uno de sus tantos adorados dioses. Vació el bote de agua, y comenzó a nadar hacia el reflejo de la luna. Una vez allí, introdujó el bote de cristal en el agua y lo llenó. Sonrió complacido y de nuevo, regresó hacia el lugar de donde había partido.
De nuevo, tardó un mes en llegar allí, y gracias a su suerte, ese mismo día, en el que los cascos de su caballo entraron en su amada tierra, era luna llena. Esperó impaciente a la puerta de su doncella, a que Rosalie bajase. Una vez, ella estuvo frente a él, le entregó el bote, y le indicó que lo pusiese en alto. La luna salió, y se reflejó en el bote, dando a parecer que en aquel pequeño bote de cristal, estaba la luna.
Después, se fundieron ambos en un tierno beso.

0 comentarios:

Publicar un comentario